jueves, 23 de abril de 2015

¿Para qué poetas en tiempos de esplendor?

"La poesía viene de un lugar que nadie controla, que nadie conquista."
COHEN



Ha muerto la cabeza: El mundo está de moda. Y siendo esto así: todo, incluso hacer poemas, está de moda.

     Hay una exacerbación mediática que aqueja a toda la sociedad y de la que ni siquiera los poetas pudieron escapar. La poesía tenía antes su cabeza sumergida en la indagación de la verdad. Se hacía contra las máscaras y alumbraba con desgarramiento único aquello que las grandes mayorías no podían observar por el amaestramiento de sus sentidos. Sin embargo el mundo de las redes virtuales es, por simple lógica de acumulación de amistades, falsa. Es, en la promesa de una popularidad, completamente vacía y mentirosa.

     Entonces me pregunto: ¿Cómo pueden sobrevivir los poetas en un mundo de redes sociales (flashes y mascarillas de identidades hermosas o "salvajes"), en el que todo parecería estar regido por la ley de la popularidad y de "los pulgares arriba"? Pero ¿desde cuándo ser poeta se volvió algo tan chic?

     El mundo que está de moda, de una cabeza muerta, es aquel donde los poetas escriben y escriben poemas contra la vida desde la nada. Aunque la realidad es que a veces escriben desde un imaginario de la vida, sin vivir para nadie ni con nadie sino consigo mismos y persiguiendo la lógica de la acumulación de "los pulgares arriba". Lo que termina dejando un rastro de futilidad, tristeza y maquillaje (photoshop) en su apresuramiento artístico.  ¿Poemas con los labios llenos de botox?

     Pero ¿cómo escribir poesía en un mundo carente de silencio? ¿En un mundo de tanta información bombardeando nuestro cerebro ofrecido a su compra y venta, y donde, hasta los poemas, han pasado a ser mensajes reciclados de recetas y frases pegajosas? ¿Cómo escribir poesía en una realidad en la que el poema parecería haberse convertido en otra forma de obtener atención en las plataformas virtuales; y donde su valor se da precisamente por la cantidad de amistades (de popularidad -entonces) que tenga su autor? Me explico aquí: desde que estas plataformas existen, todos son actores y editores de sus propias vidas. Todos son entonces puro espectáculo.

     Los poetas se han visto reducidos además a la necesidad de alimentar sus identidades, sus perfiles -digamos-, bombardeando una severa cantidad de versos reproducidos como brillante esputo mental. Poemas y versos peleándose a codazos, tirándose de los cabellos en todas estas plataformas, pidiendo porque esta vez se llegue a los doscientos "pulgares arriba" ¿O por qué no a los mil? Ya no importa si los poemas son buenos o malos. De hecho: ya nadie lo sabe. Lo que importa es la promesa de esos pulgares arriba, apuntando al Cielo. Pero también están quienes -en un extraño gesto de autocrítica- abandonan las redes sociales, para volver después de un tiempo y explicar (¿a quién o a quiénes?) el por qué de su desconexión virtual. Gesto que recuerda más al de una actriz que ha desaparecido de las tablas por un tiempo y vuelve después de su autoexilio para anunciar en una rueda de prensa su nueva película.

     Si ha muerto la cabeza, estos poemas paridos de la más colorida moda, reproducen un alarido descomunal, un ruido ensordecedor, que no termina siendo otra cosa que eso: ruido. Porque la poesía no puede sino crearse en soledad. Y no puede sino venir de un sentimiento profundo de contemplación interior. Y: hacia afuera. Estos versos o poemas creados por la necesidad de generar un contenido inmediato para abastecer al animal hambriento de la red terminan cayendo en un pobre sinsentido o en pura cursilería. O en el mismo exhibicionismo que aqueja a toda la sociedad.

     Además cierta idea de la actualización y des-actualización de la poesía recorre este drama (y es un drama porque incluso levantan sus puños los poetas cuando X autor o Y autor ha sido incluido en una muestra de poesía en un X o Y blog de importancia -para ellos- mundial) ¿Pero cómo se des-actualiza algo tan vital que se encuentra envuelto en lenguaje vulnerable a cada lectura como un poema? Y esto rodémoslo hacia otras artes. Por ejemplo: ¿cómo se des-actualiza un cuadro de Da Vinci o de Dalí?

     Ahora no hay silencio, ni creativo ni vital. Ese silencio, ese ausentismo del poeta para con el mundo que lo separa del suyo, y para consigo mismo, es quizás la fuente más importante para la creación. Yo aún recuerdo el pasado sin teléfonos móviles inteligentes, sin wi fi en todas los centros comerciales, cafeterías y parques. Recuerdo la calma de la lectura y de ir acumulando un verso por horas hasta llegar a casa.
     El silencio es el cuerpo mismo donde sucede la reflexión de un dolor o de una experiencia que hallará las palabras encueradas y necesarias para unir lo indecible con las formas terrestres, esas sí reconocibles en el mismo duelo que practica una escritura.
     Pero sin ese espacio oculto de indagación, de duelo, de temblor y de arrepentimiento (incluso), ¿cómo puede crear un poeta?

     Hace menos de un año, en un encuentro en Guayaquil con Javier Vásconez, mantuvimos una agradable conversación sobre sus libros y los míos. Se trató de una charla en la que fluyeron con libertad los horizontes creativos, así como las dudas, los orígenes y las indagaciones literarias que coexisten entre un narrador y un poeta.

     Dentro de nuestra charla apareció -no se si fue su culpa o la mía- el tema sobre el estado actual de la poesía. Aquí vale especificar que "el estado actual de la poesía" tiene más que ver con el "estado actual de los poetas", lo que quizás asumo e intuyo, nada tiene que ver con la Poesía. 

     Javier expresó en aquella reunión su extrañeza por verme a mí tan negativo con la poesía, y tener que él, siendo precisamente un narrador, salir a su defensa en reiteradas ocasiones.

     Pues bueno, el asunto va y no va por ahí. El asunto además sería: ¿por qué pierdo mi tiempo escribiendo esto? Y me respondo que no lo pierdo, que acaso estoy ganándolo, porque son muchísimas las páginas copadas por mi silencio, y prefiero ahora empezar a llenar unas cuantas para algunos amigos, y para la recreación de mis propias indagaciones.

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